Nuestra primera muerte es biológica. Nuestro corazón se detiene. Nuestro cerebro entrega las armas. Nuestra alma emprende el viaje. Nuestros omóplatos se despliegan y retomamos el vuelo. Luego viene nuestra segunda muerte, más o menos rápidamente, en el momento en que ya nadie piensa en nosotros. La tumba ya no tiene flores, las malas hierbas invaden progresivamente nuestra “suite”. Sola y durante largos años, grabada en el mármol, se queda nuestra identidad de inquilino terrestre: nuestro nombre, nuestro apellido, nuestra fecha de nacimiento y la de nuestra partida. A veces, antes de este olvido definitivo, las personas afectadas por nuestro fallecimiento demasiado prematuro o fuente de sufrimiento, Guardan nuestra memoria ayudados por una fecha, un nombre. Nuestra memoria, en espera, seguirá ligada a la tierra. Un día un niño nacerá. Tal vez sin saberlo, lleve parte de esa memoria... En tal caso, sin darnos cuenta, viviremos de nuevo, A través de su cuerpo, de su voz y de su pensamiento. Para el clan reconfortado el relevo está garantizado... Apoyándose en pruebas concluyentes, el Dr Sellam pone en evidencia la Dinámica Transgeneracional Automática de Reparación que se activa después de un drama familiar, como lo es una muerte prematura, inadmisible, injustificada e injustificable. Su onda de choque puede impactar varias generaciones y manifestarse en distintas patologías de carácter orgánico, funcional, conductual, o bien de orden psicológico y hasta psiquiátrico. Dr Salomon Sellam